sábado, 4 de enero de 2014

Definiciones

Si bien cada unx crea la relación que mejor le parezca con quien elija –sin necesidad de etiquetas que medien-, sentimos constantemente la necesidad de catalogar, definir, encasillar. Cuando esta necesidad se refiere a una situación propia… ¡zambullámonos sin más! Pues es algo que hace a nuestro mundo inmediato. (Distinto sería el catalogar situaciones ajenas que no nos involucran). Definirnos y repensarnos son tareas de las más interesantes que existen y ni hablar de productivas.

Es interesante el doble significado de la palabra “definición”. Podemos estar hablando, por un lado, de la búsqueda de un término que describa de manera adecuada alguna cosa o hecho. Por el otro, también podemos referirnos a una decisión o terminación de una duda, pleito o contienda.
En cuanto a relaciones humanas se refiere, cómicamente, una definición suele llevar a la otra. Llegamos a un punto en el cual elegimos sacarnos la duda y ponerle una etiqueta a esa entidad que existe entre dos (o más) personas. Luego, podemos hablar de ella en términos comunes a una mayoría, cosa que por lo general brinda comodidad.

Toda decisión implica dejar de lado, cuanto menos, otra opción diferente. Tendemos a pensar que existe una opción “correcta” y a achacarnos cuando nos damos cuenta de que quizá aquella dejada de lado hubiera sido más adecuada. Por eso cuesta tanto decidir e incluso no falta quien se sienta más cómodx de no tener opciones, de no tener que hacerlo.

No obstante, no existe decisión acertada, sólo una sucesión de decisiones que arriesgamos cuando se nos presentan y con las cuales deberemos –por nuestro propio bien- estar en paz en el futuro. El autocastigo, de nada sirve.

Como decía Tennesse Williams: “Todo podría haber sido cualquier otra cosa, y hubiera tenido el mismo sentido”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario